Veo muy poco la televisión, cada vez menos. Solamente por la noche, cuando me siento agotada en el sofá a disfrutar de ese rato de tranquilidad antes de irme a dormir. Aprovecho ese momento para echar un vistazo a las redes sociales con tranquilidad. Me deleito con las publicaciones de Instagram, me cabreo con los comentarios a las noticias de los periódicos en Facebook, juego una partida de Sudoku…y de fondo, la televisión.

Así que, si veo poca televisión, veo muy pocos anuncios. Y, a pesar de eso, hay unos cuantos que me han llamado la atención las últimas semanas:

 

 

 

Estos tres anuncios tienen algo en común: despiertan sentimientos. Sobre todo, un sentimiento: la nostalgia. Ninguno de ellos nos dice que compremos su producto, ni nos habla de sus bondades, si no que buscar llegar a nuestro corazón y que de esa manera consigamos vincularnos emocionalmente con la marca.

Y eso es lo que deberíamos tratar de conseguir en nuestras empresas.

 

Evita la publicidad tradicional:

Estamos bombardeados de publicidad vayamos donde vayamos. Ni siquiera en nuestros ratos de ocio, cuando nos metemos a ver qué cuentan nuestros amigos en las redes sociales nos libramos de ella. La mayoría de la publicidad es aburrida y solo nos dice una cosa: “compra esto que te vendo que es lo mejor”. ¿Y por qué tengo que creérmelo y comprarte a ti?

Obviamente, es mucho más sencillo publicitar algo de la manera clásica. Hago una foto, pongo una descripción objetiva y listo. Pero así solo podemos conseguir una venta puntual, nunca clientes comprometidos con nuestra marca. Y un cliente comprometido y fiel es el mayor tesoro que podemos tener. Tiene un valor incalculable.

En mis redes sociales lo he dicho muchas veces:

 

Las personas queremos sentirnos queridas, queremos sentirnos únicas y especiales. Y así es como deben sentirse nuestros clientes.

 

¿POR QUÉ NECESITO CLIENTES FIELES?

Por varias razones:

  • Van a comprar nuestros productos de manera recurrente.
  • Son nuestra mejor publicidad, ya que van a hablar bien de nosotros con sus amigos, su familia, a través de sus redes sociales…y las personas valoran muchísimo las opiniones positivas de su círculo más cercano.

 

¿PODRÉ HACERLO?

Ser capaz de movilizar los sentimientos de las personas cuando estamos vendiendo no es sencillo. Requiere pensar una estrategia, ser imaginativo, tener tiempo, etc. Pero es posible. No somos publicistas, pero tenemos ojos y cerebro. Fíjate en lo que hacen otras personas, piensa en qué tipo de mensajes te gusta recibir y piensa cómo podrías hacer lo mismo en tu empresa.

No tengas prisa, este tipo de publicidad no genera resultados inmediatamente. Es una estrategia a largo plazo.